Jacinta de Jesús Marto nació en Aljustrel el 10 de marzo de 1910 y falleció en Lisboa el 20 de febrero de 1920.
Antes de las apariciones de la Virgen en Fátima, Jacinta era una niña cariñosa, muy sensible, que le gustaba bailar y jugar, como a la mayoría de los niños. A sus 7 años quedó impactada por la belleza sobrenatural de la Virgen, por la petición que hizo de reparar a su Inmaculado Corazón y por la visión del infierno, a donde van los pecadores que no se arrepienten.
A partir de ese momento, la pequeña pastorcita se volvió madura, reflexiva. Comenzó a rezar y a sacrificarse.
Así la describe su prima Lucía
Lo que yo sentía era lo que de ordinario se siente al lado de una persona santa que en todo parece comunicar a Dios.
Jacinta tenía un porte siempre serio, modesto y amable que parecía reflejar la presencia de Dios en todos sus actos, propio de personas de edad avanzada y de gran virtud. No le vi nunca aquella excesiva ligereza o entusiasmo propio de las niñas por los adornos y los juegos. Esto, después de las apariciones; ya que antes, era el número uno de capricho y entusiasmo.
No puedo decir que las otras niñas corriesen junto a ella, como lo hacían junto a mí. Y esto tal vez porque ella no sabía cantar tanto y tantas historias para enseñarles y entretenerles; o también, porque la seriedad de su porte era muy superior a su edad. Si en su presencia una niña o también personas mayores, decían alguna cosa o hacían alguna acción menos conveniente, las reprendía diciendo:
— No hagáis esto, que ofende a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido .
Durante su enfermedad
Las personas mayores que también la visitaban, mostraban admiración por su conducta, siempre igual, paciente, sin la menor queja o exigencia. En la postura en que la madre la dejaba, así permanecía. Si le preguntaban si estaba mejor, respondía:
— Estoy igual, o: Parece que estoy peor. Muchas gracias.
Con un aspecto más bien triste se mantenía en silencio delante del visitante. Las personas se sentaban allí a veces largo rato, al parecer sintiéndose felices. Allí también tuvieron lugar minuciosos y fatigosos interrogatorios, y ella, sin mostrar nunca la más mínima impaciencia o aburrimiento, sólo me decía después:
— ¡Me dolía tanto la cabeza, de oír a aquella gente! Ahora que no puedo huir para esconderme, ofrezco más sacrificios de éstos a Nuestro Señor.
Convertir pecadores
Vivía apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya pavorosa visión tanto le impresionó.
Alguna vez preguntaba: «¿Por qué es que Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? Si lo viesen, ya no pecarían, para no ir allá. Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente. Verás cómo se convierten. ¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!»
También decía: «Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María.»
Antes de morir, Nuestra Señora se dignó aparecérsele varias veces.
Última recomendación a Lucía
«Ya falta poco para irme al cielo. Tú quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando vayas a decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Inmaculado Corazón de María. Que las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el Inmaculado Corazón de María. Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente la luz que tengo aquí dentro del pecho, que me está abrasando y me hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María».
Jacinta Marto que, junto con su prima Lucía y su hermano Francisco, tuvo el privilegio de contemplar con sus ojos inocentes la belleza inigualable de la Señora vestida de Sol, fue beatificada en Fátima por el Papa San Juan Pablo II el 13 de mayo de 2000 y canonizada por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017, conmemoración del Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora. Su Fiesta se celebra, junto a su hermano Francisco, el 20 de febrero.