1941. Auschwitz. Un prisionero ofrece la vida en lugar de un desconocido condenado a muerte como represalia por la fuga de otro prisionero. Así quedó encerrado en un búnker hasta morir de hambre. Así murió mártir.
De él dijo Juan Pablo II que «hizo como Jesús, no sufrió la muerte, sino que donó la vida».
Poco antes de la invasión de Polonia, San Maximiliano María Kolbe había escrito: «Sufrir, trabajar y morir como caballeros… sellando nuestro amor a la Inmaculada, derramando como auténticos caballeros la propia sangre hasta la última gota, para apresurar la conquista del mundo entero para Ella. No conozco nada más sublime».
La Inmaculada me ha elegido
San Maximiliano María Kolbe había nacido en 1894 en Polonia. A los 12 años el pequeño Raimundo (su nombre de bautismo) había tenido una visión en la que María le entregaba una corona blanca y otra roja, simbiosis de pureza y de martirio.
En septiembre de 1910 vistió el sayal franciscano y tomó el nombre de Maximiliano María. Un año después hizo su profesión simple y fue a Roma a estudiar y prepararse para el sacerdocio.
Allí se le hace patente la necesidad de luchar contra los males que afectan al mundo. Busca los medios más adecuados:
- Una perfecta devoción a la Virgen Inmaculada.
- La utilización de los medios de comunicación social para dar a conocer y amar a María.
La vuelta de la humanidad extraviada al Corazón Divino de Jesús se hará por medio de la Virgen María. Gustaba repetir: «Verdaderamente Tu sola presencia atrae las gracias que convierten y santifican las almas».
Su consigna: ganar para la Inmaculada el mundo entero para ofrecérselo a Cristo. Funda en 1917 la Milicia de la Inmaculada.
Un mensaje actual y urgente
Le alarma la indiferencia que corroe el mundo. «Hay aún tantas almas extraviadas, seducidas, infelices, esclavas del demonio, que gimen… y buscan la felicidad donde no existe y donde no la pueden hallar…»
Ordenado sacerdote en 1918, comienza su apostolado mariano en Polonia. En 1922 publica el primer número de un periódico «El Caballero de la Inmaculada», que llegará a alcanzar el millón de ejemplares en 1938. Se las ingenia para hacerse con una linotipia propia.
En 1927 funda Niepokalanów (Ciudad de la Inmaculada), centro de la vida religiosa y de diversas formas de apostolado. En una época de crisis vocacional, la vivencia sin glosa del Evangelio le atrae una multitud de vocaciones. En 1930 viaja a Japón como misionero y establece una institución semejante.
Progreso y contemplación
Regresa a Polonia en 1936. Publica una serie de revistas religiosas y comienza a emitir por radio. La Segunda Guerra Mundial le sorprende a la cabeza del mayor complejo editorial de Polonia.
Sin embargo no descuida su propia santificación ni la de sus hermanos:
«El verdadero progreso de Niepokalanów radica en nuestro crecimiento en el amor de Dios; en acercarnos constantemente al Corazón de Jesús a través de la Inmaculada… Que, cada vez más, seamos propiedad de la Inmaculada.»
En febrero de 1941 lo arrestaron e internaron en el campo de concentración de Auschwitz. Ahí hizo el ofrecimiento heroico de su vida.
El 14 de agosto de 1941, víspera de la Asunción, entregó su alma a Dios. Antes había confesado y visto morir uno tras otro a sus compañeros.
Acto de consagración a la Inmaculada de San Maximiliano María Kolbe
«Oh Inmaculada, Reina del Cielo y de la tierra, refugio de los pecadores y Madre nuestra amantísima, a quien Dios quiso confiar toda la economía de la misericordia, yo N.N., indigno pecador, me postro a tus pies suplicándote humildemente me aceptes totalmente como cosa y propiedad tuya, y hagas lo que quieras de mí y de todas las facultades de mi alma y de mi cuerpo, de mi vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser sin reserva alguna, para cumplir lo que se dijo de Ti: “Ella te aplastará la cabeza” (Gn 3, 15), así como: “Tú sola has destruido todas las herejías del mundo entero”, para que en Tus manos inmaculadas y misericordiosísimas yo venga a ser un instrumento útil para introducir e incrementar lo más posible Tu gloria en tantas almas extraviadas e indiferentes y para extender, cuanto sea posible, el bendito Reino del Sacratísimo Corazón de Jesús. Donde Tú entras, obtienes la gracia de la conversión y de la santificación, ya que toda gracia fluye, a través de Tus manos, desde el Corazón dulcísimo de Jesús hasta nosotros».