Estaba profetizado. A Jesucristo le abrirían el costado, y los hombres dirigirían las miradas al Corazón traspasado por la lanza. Las generaciones cristianas han clavado sus ojos en Jesús Crucificado, los han dirigido a la llaga del costado y a través de ella han entrado con el espíritu en su Corazón.
La Santísima Virgen nos invita a que miremos el Corazón de su Hijo y aprendamos sus enseñanzas. Nos exhorta con el ejemplo. Ella vio penetrar la lanza en el Corazón de su Hijo, y detrás de la lanza entró Ella con su alma, más adentro que la punta de hierro.
Ella contempló a su Hijo glorioso, lo abrazó, sintió las palpitaciones amorosas de su Corazón; y entendió que las gracias merecidas en la cruz y almacenadas en aquel Corazón se desbordaban por la herida para inundar su alma.
El Reinado de Cristo
La Virgen desea establecer el Reinado de Cristo entre los hombres. Ella nos revela las profundidades del Corazón Divino de su Hijo.
Ella es la que nos lleva a contemplar el «costado traspasado por la lanza», en la que resplandece la Voluntad sin confines de salvación por parte de Dios, las honduras de su Amor y Misericordia.
María anhela que cada uno de nosotros tengamos la experiencia de ese amor infinito de Dios por nosotros, para alejarnos del riesgo de replegarnos en nosotros mismos, para hacernos más disponibles a una vida para los demás. «En esto hemos conocido lo que es amor: en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3, 16).
El amor más perfecto
El Corazón de Jesús es el símbolo del amor de Dios… El alma que contempla toda esta revelación del amor quisiera devolver amor por amor. Pero, por experiencia, sabemos que todos somos muy débiles. Y aquí se manifiesta el amor del Corazón Divino, que nos da a su propia Madre para que podamos amarlo con su Corazón, el de Ella, no con nuestro pobre corazón, sino con su Corazón Inmaculado.
El amor de la Inmaculada es el más perfecto amor con el que una criatura puede amar a su Dios. Con este Corazón intentemos amar cada vez más al Corazón de Jesús, y sea éste nuestro mayor deseo.
En este mes de junio, tradicionalmente dedicado al Corazón de Jesús, renovemos nuestra entrega a la Virgen.
Dice San Maximiliano María Kolbe: «Precisamente, cuanto más se consagra uno totalmente a la Inmaculada, más resueltamente puede ir a Jesús, a su Sacratísimo Corazón, sobre todo en los momentos de tentación, solo por medio de María y a través suyo, pues Ella es realmente ese camino seguro que nos conduce hasta el Sagrado Corazón de Jesús».