Las escenas del Evangelio (Mt. 19, 13-15; Mc. 10, 13-16; Lc 18, 15-17) nos presentan a Jesús en cuadro encantador, de belleza imborrable, rodeado de niños, a los que impone las manos, bendice y abraza ante la admiración de los apóstoles, que nada comprenden.
Jesús mostró una predilección particular por los niños porque Jesús nos trae el don que es Dios y sabe que sólo puede recibirlo el humilde-abierto-acogedor. El humilde es el moldeable, el dúctil, el maleable, el inocente sin malicia, el permeable por la verdad, la luz, el bien verdadero, el no endurecido por el egoísmo, cualidades todas que encontramos en los niños.
El ser esto así es lo que nos hace comprensible la indignación de Jesús contra sus apóstoles, que reñían a los que acercaban a los niños a Jesús para que orase sobre ellos y los bendijese imponiéndoles las manos. Jesús se afligió mucho: “Dejad que los niños se acerquen a Mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los Cielos. Y Yo os aseguro, que el que no recibe el Reino de los Cielos como un niño no entrará en él. En verdad os digo, si no os volvéis y hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Quien se humillare como uno de estos niños, ese es el mayor en el Reino de los Cielos. Y al que recibiere a un niño tal en mi nombre a mí me recibe; y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos, que creen en Mí, mejor fuera que le colgasen alrededor del cuello una muela de tahona y lo sumergiesen en alta mar. Y el que recibe a Mí, no es a Mí a quien recibe, sino a quien me envió”.
Sembrar a María en los corazones de los niños
Y lo que decimos de Jesús lo podemos decir de María. En su escuela se formó el corazoncito del Dios-con-nosotros.
Todo lo que un niño recibe se imprime como sello indeleble en su alma inocente. ¡Cuánto cuidado debemos poner en lo que hablamos a los niños, lo que dejamos ver a los niños, lo que enseñamos a los niños!
Hoy abiertamente se difunden ideologías que atentan contra la dignidad de los niños y corrompen su inocencia. Que escandalizan a los pequeñuelos. La libertad -que Dios la da para escoger el bien- de los niños se ve amenazada por adoctrinamientos que atentan contra los principios naturales que el mismo Dios imprimió en el ser humano.
Los niños, tan aptos para recibir la luz de la Verdad y del Bien, la belleza y la felicidad por ser moldeables, blandos, abiertos, necesitan espacios donde recibir y vivir esa Verdad y ese Bien y donde conserven su frescor, su pureza y su candor. Y qué mejor ambiente para crecer que el Corazón Inmaculado de María.
La Santísima Virgen en Fátima se aparece a unos niños y les habla de las verdades de la fe, les enseña a practicar las enseñanzas del Evangelio en el diario vivir, les estimula, les corrige, les anima y les promete su protección de Madre. La Señora los prepara para el dolor y les promete la felicidad del Cielo.
De aquí la importancia de sembrar a María en los corazones de los niños, de hacerles vivir los misterios de la fe, que les sea connatural lo sobrenatural. Desde enseñarles a rezar -al despertar por la mañana, el rezo del Santo Rosario, examinar su conciencia- hasta propiciar actividades que desarrollen sus capacidades de conocer y amar a María -representaciones escénicas, procesiones, cantos, juegos, leer vidas de santos- porque Ella les llevará a conocer y a amar a Jesús en plenitud.
Los niños tienen en María a la gran Defensora
María mira el panorama del mundo actual y repite con su Hijo: «Dejad que los niños vengan a Mí». Los niños, los indefensos y toda la inmensa legión de los que nadie aprecia, tienen en María a la gran Defensora.
El demonio lo sabe y hace todo lo posible por impedir que los niños la conozcan y la amen. San Maximiliano María Kolbe, gran propagador de la Virgen Inmaculada, decía: «Este tiempo nuestro es la era de la Inmaculada o, como dicen otros, del Espíritu Santo. La serpiente levanta su cabeza en todo el mundo, pero la Inmaculada se la aplastará con victorias estrepitosas. Pero él no cesará de poner asechanzas a sus pies».
Nosotros, que confiamos en el poder de María, como Reina y Señora de todo lo creado, protejamos a los niños, cultivemos en ellos las virtudes y trabajemos por formar un Ejército Blanco de niños que, puestos bajo la protección de María, amen y defiendan la «Cultura de la Pureza”.
¿Te interesa conocer más?
Visita al Ejército Blanco: https://www.ejercitoblanco.com