Historia
Se hallaba San Simón Stock -carmelita inglés y General de la Orden de los Carmelitas- en Londres el 16 de julio del año 1251 cuando fue favorecido con la celestial aparición de la Santísima Virgen.
Rodeada de innumerables ángeles y brillando con esplendores de cielo, Nuestra Señora le promete una singular benevolencia y protección a él y a su Orden. Y como prueba de su cumplimiento, le entrega el Escapulario del Carmen y le dice: «Recibe, amadísimo hijo, el Escapulario de tu Orden, señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los Carmelitas. Todo el que muera con él se librará del fuego eterno. He aquí la señal de salvación en los peligros, alianza de paz y de pacto sempiterno».
Condiciones y obligaciones para llevar el Escapulario del Carmen
- Recibirlo por primera vez de mano de un sacerdote.
- Ser inscrito en la Cofradía del Carmen (Se queda inscrito por el mismo hecho de imponérselo el sacerdote autorizado).
- Llevarlo puesto todos los días y morir con el Escapulario puesto. (No pensemos que, por el solo hecho de llevar el Escapulario, sin cooperar con nuestras buenas obras, se ha de salvar uno. San Simón Stock exhortaba: «Hermanos, esforzaos en asegurar vuestra salvación con buenas obras y nunca desfallezcáis»).
- Guardar castidad conforme al estado de cada uno.
- Rezar el Oficio Divino, o siete Padrenuestros, o el Santo Rosario, o al menos tres Avemarías diariamente.
Principales significados del Escapulario del Carmen
El Escapulario del Carmen tiene tres significados principales:
- El amor y la protección maternal de María.
- La pertenencia a María y el suave yugo de Cristo que Ella nos ayuda a llevar.
- Es reconocido por la Iglesia como un sacramental, es decir, un signo que ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. El Escapulario no comunica gracias como lo hacen los sacramentos, sino que dispone al amor del Señor y al arrepentimiento si se recibe con fe sencilla.
La medalla escapulario
El Papa San Pío X por medio de un decreto estableció que el Escapulario de tela puede ser sustituido por una medalla. Aquí compartimos las condiciones:
- Los fieles pueden suplir -una vez hecha la imposición del escapulario- el escapulario por una medalla de metal que lleve por un lado la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y por el otro una imagen de la Santísima Virgen.
- Equivale la medalla en todo al escapulario: favores espirituales, privilegios, indulgencias incluso el privilegio sabatino.
- La medalla debe bendecirse y en caso de pérdida o deterioro, la que la sustituyera requiere la misma bendición de la primera, pero no nueva imposición del escapulario. Los escapularios no necesitan nueva bendición en caso de pérdida o deterioro.
- Con una sola bendición pueden bendecirse varias medallas.
Privilegio Sabatino
El pueblo cristiano ha confiado siempre en el poder de la Virgen para aliviar las penas del Purgatorio y sacar de él a los difuntos. Por eso es tan popular la devoción a la Virgen del Carmen y al Escapulario, pues está asociada al llamado privilegio sabatino.
La Santísima Virgen en el año 1314 se apareció al Papa Juan XXII y le dijo estas consoladoras palabras: «Quiero que favorezcas a mi Orden de los Carmelitas y les anuncies, conforme yo lo he alcanzado del Cielo, que los religiosos de ella, o los que por devoción entraren en mi Cofradía del Carmen… Yo como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, especialmente el sábado inmediato a la muerte de cada uno, sean trasladadas sus almas a la Bienaventuranza».
El Papa promulgó este favor en la Bula llamada Sabatina, el 3 de marzo de 1322.
Signo de Consagración a Santa María
El Escapulario del Carmen es también un signo de consagración a Santa María. La consagración implica pertenencia a Nuestra Señora, estar a su servicio, como un hijo con su madre, y fidelidad a través de la imitación, que nos lleva a través de María a una intimidad con Cristo y con el Padre.
No puede haber verdadera devoción mariana sin imitación, y el Escapulario es un continuo recuerdo de que debemos imitar la fe, la humillad, la pureza, la obediencia y el amor de María. La devoción del santo Escapulario no es algo sentimental, sino que tiene un sentido de entrega, de imitación y de consagración a María y por María a Jesús.
San Buenaventura decía: «Revestíos de María los que de veras la amáis…» y entonces sí, cuando el Escapulario sea eso, una manifestación exterior del amor interior que tienes a tu Madre podrás esperar de Ella las gracias y los frutos riquísimos que en el mismo quiso acumular.
La promesa del Escapulario del Carmen hace referencia al infierno, y el Privilegio Sabatino al purgatorio.
La existencia de un infierno eterno al que van los que mueren en pecado mortal, es Dogma de Fe, definido en 1215 por el Concilio IV Lateranense. Está claro en la Sagrada Escritura: «Apartaos de mí malditos, al fuego eterno…, y se irán a la condenación eterna» (Mt 25, 41-45).
El Purgatorio es el estado intermedio entre la tierra y el cielo, donde van las almas seguras ya de su salvación, pero que no están del todo purificadas. También es Dogma de Fe, definido en el Concilio de Florencia y tiene fundamento en la Sagrada Escritura (2 Mac 12, 43-46).
Para ayudarnos a evitar el Infierno y el Purgatorio, Nuestra Señora del Carmen nos ofrece su santo Escapulario.
Muchos Papas, santos y teólogos católicos han explicado que quien tenga devoción al Escapulario y lo lleve consigo, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). San Alfonso María de Ligorio escribió en Las Glorias de María: «Es imposible que un devoto de María se condene».
Sin olvidar que, por parte del devoto, el Escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana.
El santo Escapulario y la Virgen de Fátima
En la última aparición de la Virgen de Fátima, también aparecieron ante los pastorcitos San José, el Niño Jesús, Nuestra Señora de los Dolores y luego la Virgen del Carmen.
La Hermana Lucía dijo que la Madre de Dios no dijo nada sobre el Escapulario, pero sí les había anticipado que vendría como Nuestra Señora del Carmelo y de ello interpretaba que la devoción del Escapulario agradaba a la Virgen y que Ella deseaba que se propagara.
Al ser preguntada en una entrevista si creía que el Escapulario era parte del mensaje de Fátima, la Hermana Lucía respondió que ciertamente «el Escapulario y el Rosario son inseparables», ya que «El escapulario es un signo de consagración a Nuestra Señora».
El 11 de febrero de 1950, el Papa Pío XII animó a «colocar en primer lugar, entre las devociones marianas, el Escapulario que está al alcance de todos». Ante este hecho, la Hermana Lucía comentó: «ahora ya el Santo Padre lo confirmó a todo el mundo diciendo que el Escapulario es señal de consagración» y «nadie puede estar en desacuerdo».
Sin embargo, nuestra devoción filial no ha de reducirse a las condiciones estrictas del Escapulario. Este nos recuerda e impulsa a mucho más, a ese trato cotidiano con la Reina del Cielo, capaz de trasformar nuestra vida.
La consagración al Inmaculado Corazón de María, de nuevo recomendada por Juan Pablo II en Fátima (13-5-82), según la Hermana Lucía se concreta principalmente en el rezo del Rosario, en comulgar los primeros sábados de mes, y en la penitencia de cumplir bien las obligaciones propias de estado.
Es, por tanto, una explanación de la espiritualidad mariana del Escapulario, hasta el punto, y esto es muy notable, que la Virgen ha mostrado en Fátima, como señal y testimonio de la consagración a su Corazón, su Escapulario del Carmen.
ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN
Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores y especial Protectora de los que visten tu sagrado Escapulario, por lo que su Divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo, el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y la gracia especial que te pido, si conviene para su mayor honra y gloria y bien de mi alma, que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de vuestra intercesión poderosa.
Virgen Santísima del Carmen, deseo que todos se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario y que estén unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de ésta tu querida insignia.
¡Oh Hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen y concédenos benigna tu amorosa protección. Te encomiendo las necesidades de la Iglesia Católica, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos.
Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu Divino Hijo y a tantos infieles cómo gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad. Amén.