La Santísima Trinidad es el misterio más profundo de nuestra religión. Es un misterio, porque la inteligencia humana no puede comprender en este mundo cómo puede haber tres personas en una misma sustancia.
«… Con tu Único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola Persona, sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria, porque Tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción…» (cf. Prefacio de la Trinidad). Decimos en este mundo; porque en el otro lo comprenderemos perfectamente según nuestra capacidad; ese conocimiento es una de las mayores satisfacciones que experimentan los bienaventurados.
Dice San Bernardo: “Querer penetrar este misterio es atrevimiento; creer en él es hacer actos de piedad; conocerlo será vida eterna”.
El «atrevimiento» de San Agustín
Este «atrevimiento» lo tuvo San Agustín cuando, con sus solas fuerzas naturales, quería comprender el misterio de Dios. Estaba meditando por la orilla del mar y encontró un niño que estaba tomando agua del mar con una concha y la echaba en un hoyo que había hecho en la arena.
—¿Qué haces, niño?
—Estoy trasladando el mar a este hoyo.
—Eso no puede ser. ¿No ves que el hoyo es pequeño y el agua del mar es muchísima?
—Tampoco es posible lo que estás haciendo tú: quieres meter a Dios en tu inteligencia. Tu inteligencia es pequeña y Dios es infinito..
Es imposible que el hombre comprenda los misterios divinos. Si apenas conoce las fuerzas misteriosas que se ocultan en la tierra, ¿cómo va a comprender al autor de toda la naturaleza? Pequeño Dios sería el nuestro que pudiera caber en la inteligencia del hombre. Y lo más maravilloso es que ese Dios incomprensible e inabarcable, nos ama con amor infinito y nos invita a participar de su vida divina.
Experimentar a Dios
La Santísima Trinidad es la fiesta que celebra el amor incontenible de Dios. Y esto es lo que expresa el Evangelio de hoy: el estupor que le causa a San Juan contemplar el desbordamiento de un amor tan excesivo: TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO. ¡TANTO nos ha amado! Es tan sin medida el extraordinario amor que Dios nos ha mostrado que el evangelista no tiene palabras para expresarlo. Él desea que cada uno de nosotros sintamos esta experiencia profunda del amor de Dios en nuestras vidas.
Pidamos a nuestra bendita Madre que Ella nos enseñe a vivir desde ya inmersos en esa Trinidad Beatísima. Ella, según doctrina de muchos santos, “es el “complemento” que la Santísima Trinidad quiso hacerse necesario para realizar el proyecto salvador del hombre”. Por lo tanto, “tu salvación, la de tu situación, por angustiosa que sea, está en las entrañas de entrañable misericordia de Jesús= (en la Inmaculada)”.
En este día no olvidemos que, como bien decía San Efrén: “Dios ha confiado a Santa María todo el orden de la Misericordia. María es, después de la Trinidad, nuestra Soberana; es nuestra consolación después del Espíritu Santo; la Medianera después del Mediador…”.