Benedetta Bianchi Porro, una gran cristiana de nuestro tiempo, anotó en su diario: “Todo es signo para el que cree”. ¡Es verdad! Si sabemos leer la escritura delicada de Dios en la historia humana descubrimos muchas señales de ternura y de providencia. Presentamos una que, quizá pocos conocen.
La bandera
En mayo de 1949 se instituyó en Estrasburgo el “Consejo de Europa”, organismo privado de poder político efectivo y encargado solamente de poner las bases para la constitución de una federación europea.
El año siguiente, exactamente en 1950, aquel “Consejo” convocó un concurso abierto a todos los artistas del Continente, para elegir una bandera de la futura Europa Unida.
Un joven pintor (¡joven entonces, evidentemente!) llamado Arsène Heitz participó con un boceto muy original, en el que doce estrellas blancas destacaban en círculo sobre un fondo azul.
¿Cómo nació esta idea?
El mismo autor reveló que era un gran devoto de la Señora y de rezar cada día el Santo Rosario. Cuando se enteró del concurso europeo, él estaba leyendo la vida de santa Catalina Labouré y, fascinado por la narración de las apariciones marianas, quiso procurarse para sí y para su mujer la “Medalla Milagrosa”. En esta medalla vio la imagen de María y aquellas doce estrellas que le impresionaron tanto que…acabaron en su boceto de la bandera europea.
¿Y qué sucedió?
Entre miles de propuestas, con sorpresa del mismo Arsène Heitz que había participado al azar sin hacerse ilusiones, el “Consejo de Europa” eligió precisamente su boceto. Vale la pena subrayar que el responsable del Jurado era un hebreo: Paul M. G. Levy, Director del Servicio de Prensa e Información del “Consejo de Europa. Esto nos demuestra que la elección no fue por motivos confesionales, sino con absoluta libertad de juicio del Jurado.
No solo esto. Cuando Arsène Heitz diseñó doce estrellas en la bandera europea, los estados del “Consejo” no eran doce. Alguien lo hizo notar, pero intervino Paul M. G. Levy para explicar que el número doce es símbolo de plenitud. Y, en efecto, cuando los Estados miembros de Europa acabaron por superar el número doce, las autoridades comunitarias establecieron oficialmente que el número de estrellas de la bandera se consideraba irreversible.
¡Con María se puede caminar seguro!
Pero hay otro particular de rara belleza: la bandera azul con círculo de doce estrellas fue adoptada oficialmente el 8 de diciembre de 1955: un día mariano por excelencia, es decir, el día en que los cristianos recuerdan la Inmaculada Concepción de María.
¿No es un signo? ¿No es una sonrisa maternal de María?¿No es un mensaje de afecto y de protección?
Os confieso cándidamente que esta “interferencia mariana” en la historia europea me permite esperar el buen futuro de nuestra Europa: ¡con María se puede caminar seguro!
Y, respecto a la Constitución Europea en la que se rehusó toda referencia a las raíces cristianas (¡históricamente innegable!), es preciso recordar a los desmemoriados firmantes que han firmado la Constitución el año 2004… del nacimiento de Jesucristo de la Virgen María: ¡al menos en la fecha los constituyentes europeos están obligados, a su pesar, a reconocer las raíces cristianas de Europa!
Thomas Stearns Eliot, un americano que eligió Europa como patria, declaró honestamente: “Un ciudadano europeo puede no creer que el cristianismo sea verdadero; y sin embargo lo que dice o hace brota de la cultura cristiana de la que es heredero. Sin el cristianismo no hubieran existido ni siquiera un Voltaire o un Nietzsche. Si el cristianismo desaparece, desparece toda nuestra cultura, desparece nuestro propio rostro”. Son palabras honestas, libres de prejuicios y, por esto, profundamente verdaderas.
Fuente: «Ecco la tua Mamma» del Card. Angelo Comastri.