La Santísima Virgen reveló a Santa Brígida que concedería siete gracias a quienes la honren y acompañen diariamente, rezando siete Avemarías, meditando en sus lágrimas y dolores. Así le dijo:
«Miro ahora a todos los que viven en el mundo por ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor; mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Y así tú, hija, no me olvides, aunque soy olvidada y menospreciada de muchos, mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y lágrimas y duélete de que sean pocos los amigos de Dios».
Los siete Dolores de María
Primer Dolor: El que padecisteis al oír LA PROFECÍA DEL ANCIANO SIMEÓN, cuando os dijo que la Pasión de vuestro Hijo sería una espada de dolor que atravesaría vuestro Corazón.
Haz que te ame cada día más y que, cuando me presente ante el trono divino para dar cuenta de mi vida, oiga a Jesucristo decirme tiernamente: «Mi Madre está muy feliz contigo». (Cf. Lc 2, 22-35)
Segundo Dolor: El que padecisteis en LA HUIDA Y DESTIERRO A EGIPTO, pobre y necesitada en aquel largo camino.
Haz que tenga un corazón atento para huir de todas las ocasiones de pecado y que la Sagrada Familia sea, en mi hogar, el ejemplo a seguir. (Cf. Mt 2, 13-15)
Tercer Dolor: El que padecisteis al tener a vuestro Hijo, EL NIÑO JESÚS, PERDIDO EN EL TEMPLO de Jerusalén por espacio de tres días.
Llévame siempre de tu mano como a un niño para que no me pierda. Y, si alguna vez, por mis pecados, me alejo de ti, no descanse hasta hacer una buena y sincera confesión. (Cf. Lc 2, 41-50)
Cuarto Dolor: El que padecisteis en el ENCUENTRO CON JESÚS CAMINO DEL CALVARIO, cargando Él con la pesada cruz sobre sus espaldas y sufriendo escarnios, injurias y caídas.
Ayúdame a cambiar mi corazón para no aumentar más el peso de su Cruz con nuevas ofensas y pecados. Que pueda ser para Jesús otro Cirineo. (Cf. Vía Crucis, 4a. estación)
Quinto Dolor: El que padecisteis en LA AGONÍA Y MUERTE DE JESÚS, CLAVADO EN LA CRUZ entre dos ladrones.
Enséñame a aceptar, con paciencia, todas las cruces que estoy viviendo y las que me toquen vivir, ofreciéndolas con mucho amor por la conversión de los pecadores. (Cf. Jn 19, 17-30)
Sexto Dolor: El que padecisteis en EL DESCENDIMIENTO DE JESÚS DE LA CRUZ, al recibir en vuestros brazos aquel santísimo Cuerpo desangrado, con tantas llagas y heridas.
Sé mi fortaleza para que pueda sostener con mi entrega a todos los que necesitan de mí, dándoles mi tiempo, mi cariño y todo mi amor. (Cf. Mc 15, 42-46)
Séptimo Dolor: El que padecisteis en LA SEPULTURA DE JESÚS, y en vuestra soledad, sepultado ya vuestro Hijo.
Haz que no olvide que estoy de paso en este mundo y que comprenda que solo muriendo a mí mismo resucitaré a la vida eterna. (Cf. Jn 19, 38-42)
Siete Gracias prometidas
Las Siete Gracias prometidas por María son:
- Pondré paz en sus familias.
- Serán iluminados en los Divinos Misterios.
- Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
- Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la Voluntad de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
- Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal y los protegeré en todos los instantes de su vida.
- Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte: verán el rostro de su Madre.
- He conseguido de mi Divino Hijo que los que propaguen esta devoción (a mis lágrimas y dolores) sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su eterna consolación y alegría.
La Virgen quiere que meditemos en sus dolores. Por eso al rezar cada Avemaría es muy importante que, cerrando nuestros ojos y poniéndonos a su lado, tratemos de vivir con nuestro corazón lo que experimentó su Corazón Inmaculado en cada uno de esos momentos tan dolorosos de su vida. Comprenderemos que el dolor tiene un sentido, pues ni a la misma Virgen María Dios la libró de vivir el dolor.
Sobre Santa Brígida
Santa Brígida nació en Norrtälje, Uppland (Suecia) en 1302. Esposa y madre de ocho hijos a quienes educó en la fe con dedicación.
Al quedar viuda decidió renunciar a un segundo matrimonio para dedicarse a la oración, la penitencia y las obras de caridad. Vendió sus posesiones, las entregó a la Iglesia e ingresó en el monasterio cisterciense de Alvastra, en su país natal.
Falleció el 23 de julio de 1373.
Fue canonizada en 1401. En el gran jubileo del año 2000, el Papa San Juan Pablo II la proclamó Patrona de Europa.