Karol Józef Wojtyła nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920 y falleció en la Ciudad del Vaticano el 2 de abril de 2005. Elegido Papa el 16 de octubre de 1978 tomó el nombre de Juan Pablo II. Fue canonizado el 27 de abril del 2014.
San Juan Pablo II quiso imprimir en el mundo una profunda estela mariana. Amó a María ardientemente. De Ella y con Ella aprendió y nos dio ejemplo de intimidad y una profunda relación completamente singular con Dios, y de fortaleza para su misión hasta el final, más allá de toda medida, hasta la extenuación.
En su escudo papal se distingue una gran «M” que simboliza a la Virgen. Su lema apostólico fue «Totus tuus», «Todo tuyo», un signo de su consagración personal a la Virgen María.
El 13 de mayo de 1981 se cumplían 64 años de la primera aparición de Nuestra Señora en Cova de Iria. Ese mismo día, mientras San Juan Pablo II recorría en el papamóvil la Plaza de San Pedro, el turco Alí Agca disparó contra el Papa que cayó gravemente herido. Este atentado no acabó con su vida porque una «mano materna» intervino desviando la trayectoria de la bala asesina.
Mientras San Juan Pablo II se recuperaba en el hospital pidió toda la documentación sobre la Virgen de Fátima. Un año después del atentado, Juan Pablo II viajó por primera vez a Fátima para «agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud». En el décimo aniversario del atentado, el 13 de mayo de 1991, hizo su segundo viaje a Fátima y volvió a agradecer a la Virgen su mediación maternal. Juan Pablo II acudió por tercera vez a Fátima para beatificar a los pastorcitos, Francisco y Jacinta Marto en el año 2000. Allí ordenó desvelar la tercera parte del secreto referido a un «obispo vestido de blanco», que se realizó el 20 de junio del mismo año.
Juan Pablo II confió el mundo a la protección de la Virgen en múltiples ocasiones. Varias de ellas de manera muy solemne: La primera fue en Santa María la Mayor, en Roma el 7 de junio de 1981. Un año después lo hizo en el santuario de Fátima, en Portugal. La tercera vez fue en 1984, en la plaza de San Pedro, donde el Pontífice consagró todos los hombres y pueblos, incluida Rusia, a María Santísima en unión espiritual con los obispos del mundo. La Hermana Lucía, vidente de Fátima, confirmó que esta consagración «había sido hecha tal como Nuestra Señora lo había pedido».
Gran demostración de su gran devoción por la Virgen fue la encíclica Redemptoris Mater, escrita en 1987. La carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, dedicada al Santo Rosario, fue uno de sus últimos textos. El Papa agregó un conjunto de cinco misterios que son los «Misterios Luminosos». Una semana después de haber sido elegido Papa, exclamaba: «El Rosario es mi oración preferida. Oración maravillosa en su simplicidad y profundidad». Era frecuente verlo rezar el Santo Rosario devotamente, en medio de sus innumerables e importantes actividades.
La imagen de Nuestra Señora de Fátima visitó nuevamente a la Plaza de San Pedro el día 8 de Octubre del 2000, cuando San Juan Pablo II, en presencia de obispos del mundo entero, confió el nuevo milenio al Inmaculado Corazón de María.